lunes, 4 de octubre de 2010

Saturación

Como cantaban Blas y las Astrales, me satura tanta cultura. La 2, por ejemplo, no hace más que saturar con aludes de información cultural relámpago, de manera que uno se empacha y no es de extrañar que acabe cantando vivas a la telebasura. No obstante, contradiciendo a Blas y las Astrales, la telebasura también satura, porque también abruma al pobre sujeto receptor con aludes de información no solicitada ni necesitada, y encima con abundante profusión de griterío histérico y estupidez máxima. Esa no es la solución. Para encontrar la solución es preciso remontarse en el tiempo hasta encontrarse con Séneca (¡toma ya!). Y, para exponer adecuadamente la solución senequista, acudimos al gran Foucault, concretamente al curso del Collége de Francia de 1982, titulado La hermeneútica del sujeto y publicado en 2005 por Akal en color naranja butano.

La stultitia es un estado patológico del sujeto del que, obviamente, es preciso salir (si no, pues no sería patológico). El stultus es aquel que no se preocupa de sí mismo, que está expuesto a todos los vientos, quien deja entrar todas las representaciones que el mundo externo le ofrece sin examinarlas. Ni que decir tiene que esta multitud de representaciones se ha incrementado desmesuradamente en los tiempos que corren y entran a lo bestia en todas las casas por todos los medios de comunicación-saturación.

Por otra parte, y como consecuencia, el stultus está disperso en el tiempo: no se acuerda de nada, no retiene nada, "su vida transcurre sin memoria ni voluntad", explica Foucault. Su voluntad no es libre. (Hegel diría: una voluntad que no se determina no es real.) No es libre porque lo que quiere cambia en función de tal o cual acontecimiento, de tal o cual inclinación. Digamos: vive en el mundo de la saturación como un pelele. El stultus quiere con pereza, con inercia, su voluntad se interrumpe, cambia de objetivo. No la dirige hacia ninguna meta.

El objeto que puede quererse incondicionalmente es el propio yo, el sí mismo, en cuanto sujeto. Lo que, desde luego, no quiere decir querer riquezas, honores y, en fin, toda clase de cosas que un filósofo de verdad desprecia desde la sobreabundancia de su gran salud nietzscheana, su voluntad de potencia. ¿A qué exhortaba Sócrates todo el rato? A que cada uno se preocupara de sí mismo, a que hiciera de su alma la más excelente posible. De hecho, no hay ninguna otra determinación importante de la filosofía. Vana es la palabra del filósofo que no cura ninguna dolencia del alma (Epicuro.) Pues eso.

Además, para salir de la estultitia se requiere de otra persona que tienda la mano al pelele para que se constituya como sujeto por sí mismo. No se trata de una simple transmisión de saber (eso lo hace el programa de Jordi Hurtado) sino de una operación que afecta al propio modo de ser del sujeto.

PD: Como bonus track incongruente, una serie de preguntas teológicas: se dice que no hay lugar en el cosmos para Dios, pero, ¿acaso Dios necesita de un lugar? Si ocupase un lugar, ¿No sería una entidad física, susceptible de movimiento y reposo?, ¿no es esa una extraña caracterización de Dios? Incluso Dios pensado como la Naturaleza misma (que sería una totalidad no abarcable, pura indefinición) no ocuparía realmente un lugar, sería lo que da lugar a que haya lugar, por decirlo de algún modo. ¿Sabe algo Hawking de teología? Probablemente no. ¿Demostrar que Dios no existe es una demostración física?, ¿quién postuló que fuera una entidad física? Si la demostración es teológica, ¿no se ha metido Hawking en un berenjenal?, ¿no ha cometido un error categorial flagrante? Si es tan listo para unas cosas, ¿por qué es tan tonto para otras?

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