lunes, 18 de octubre de 2010

Murmullos

Yo puedo, si me da la gana, enhebrar tu imagen, deslavazada por el alcohol y por el temblor, haciéndola pasar por el ojo de la aguja de esta imaginación tiznada de tristeza, pero atrevida y loca, que me tocó tener...

Eso dice la voz, una voz, cualquiera, un murmullo persistente, es el lenguaje quien habla, no soy yo, ni siquiera mis voces, tan solo la corriente que salpica sin agotarse nunca, que salta, que ríe, que baña tus pies, tan blancos, y a veces el agua está fría y a veces el agua cae y cae a borbotones sin parar mientras tú ríes también sin parar, en sintonía, sí, pero yo estoy lejos y no me río de nada y busco algo, otra vez, siempre, como un loco, toda la noche, toda la noche dando vueltas en la cama, sin encontrar la postura, hasta que me duermo por fin de puro agotamiento, con tu imagen que igual es sólo un fantasma sin cuerpo que le corresponda, con tu imagen dando vueltas alrededor de mí, que también doy vueltas, y al final me mareo, claro, porque todo gira inútilmente, para nada, no sé si me explico... Quiero decir que escribo solo para ti, aunque no te conozca, porque hay palabras que pueden inventarte, aunque te salpiquen como besos fríos, sin labios, aunque suenen como perdidas en lo oscuro inaccesible, y de ahí que sobrevenga la tristeza que tizna mis ojos, el dolor mudo de la distancia infranqueable, o qué sé yo si solo soy una voz cayendo en cascada, medio rota, que suena en una calle solitaria, atrapada en el atardecer y enredada en el viento de invierno, zarandeada... Y cómo arrullar el sueño de nadie si lo mío es huir, acaso perderme...

No hay comentarios:

Publicar un comentario