miércoles, 20 de octubre de 2010

Lo de siempre

Aún es de día, pero ya se ve la luna: gorda, fría, indiferente. No se ven lobos retándole. La gente camina por la calle. Algunos me conocen, solo por haber vivido al lado durante años, sin hablar de nada, nunca, y nos saludamos apenas, levantando ligeramente la cabeza, en señal de reconocimiento. Se trata de un sistema semiótico que combina reconocimiento e indiferencia. Está bien que sea así. Hay nubes, grúas, lo de siempre. Por fin me corté el pelo. Ahora mi cara se ve demasiado afilada, quizás. Bueno, no importa, no me gano la vida con mi cara. No me la gano de ninguna forma, de hecho. Jóvenes licenciados de más de veinticinco en paro. Ni eso. Tengo que apuntarme al paro. Hay una música que no se oye, pero de alguna forma palpita en el aire, se extiende copando el espacio, habitándolo. Una textura envolvente y frágil, lo de siempre. Un cenicero lleno, libros tirados en cualquier parte, lo de siempre. La peluquera me peinó con gomina sin preguntarme. Yo nunca uso gomina. Yo nunca me peino. Pero pasé de decir nada. Si engordara no se vería tan afilada. Ayer comí donuts y bollería industrial, a ver. ¿Te marco las patillas? Sí, ¿por qué no? Pensé que si fuera una especie de vidente y supiera que el fin del mundo está muy cerca el ¿por qué no? adquiriria ipso facto una densidad semántica monumental y trágica: qué más da, todo se va a acabar ya, con patillas marcadas o sin marcar, no importa. Y el gesto inútil de cortarse el pelo cuando el mundo está a punto de irse a la mierda adquiriría alguna clase significado difuso, poético, como vestirse de gala para suicidarse -que es algo que se ve mucho en series y películas- o algo así. Todo el mundo sigue con sus cosas ignorantes de que el mundo se va a cabar, pero tú lo sabes, lo sabes y ese conocimiento impregna todos tus actos, de ese conocimiento extraen su sentido, te guste o no. Te sentirías solo, probablemente, te tomarían por loco si se lo contaras a alguien. Así que esperarías tranquilamente, con el pelo recién cortado, recién afeitado, en silencio. ¿Sonreirías porque, total, es idiota preocuparse de lo que no depende de nosotros?, ¿le pedirías a Dios una chica bonita? Quién sabe...

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