viernes, 28 de junio de 2019

28/06/2019

En un acto de sadomasoquismo totalmente innecesario, he escuchado entera Relámpago, la canción de Amaia. A los treinta segundos ya me parecía aburrida y artificiosamente intimista, pero he logrado escucharla hasta que por fin —¡albricias!— ha terminado, y hay que decir que lo peor de todo es la letra: patética, cursi, una pastelada sentimentaloide (dicho sea sin ánimo de ofender). 

Se me podría objetar: ¡pero, Señor S., listillo presuntuoso supuestamente fan de eso que se llama el indie español, este último género/corriente/categoríadifusa/loquesea está lleno de canciones lánguidas y susurrantes con letras que encajan perfectamente en ese código emocional patético que aquí calificas despiadadamente como pastelada sentimentaloide! Y yo respondería con pendatería, parafraseando creo que a Derrida: las canciones intimistas corren siempre el riesgo de caer en el ridículo, y no serían nada sin ese riesgo. Si no caen en el ridículo, pueden ser maravillosas, y si caen son pasteladas.


En otro orden de cosas: estoy bebiendo café caliente y hay unos cuarenta grados. Estoy sudando. No ha sido una buena idea.

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