sábado, 9 de noviembre de 2013

El otro

Necesito camisetas en las que ponga: no, queridos familiares lejanos a quienes casi ni conozco (primos de mi padre, hermanas de mi abuelo, etc) yo no soy el gemelo, no es que haya cambiado mucho y ya no nos parezcamos tanto, ES QUE YO NO SOY EL GEMELO y tener que explicarlo cincuenta veces seguidas es desesperante.

Transcripción más o menos fidedigna de una de las cincuenta conversaciones semejantes a esta que he tenido hoy

-¿Qué erais, gemelos o mellizos?
-Yo no soy nada de eso, señora, son mis hermanos...
-Pues os parecéis...
-Ya, pero no tanto...
-Creía que erais los mellizos..
-No, es mi hermano...
-¿Y tú no?
-No, no, yo soy el mayor...
-Ah, pero ¿gemelos o mellizos?
-Gemelos
-Pues no os parecéis tanto para ser gemelos, parecéis mellizos...
-¡Por los clavos de Cristo, no es tan difícil de entender! Este de aquí tiene un hermano gemelo, pero no soy yo, yo no tengo ni gemelo ni mellizo... Su hermano gemelo no está aquí, ¿entiende? Somos dos los que estamos aquí, pero no somos hermanos gemelos ni mellizos, somos hermanos a secas, yo soy el mayor.
-Ah, ¿entonces tu hermana es la pequeña?
-¡Noooooo! ¡Noooo! Me refería al mayor de los tres, mayor que mis dos hermanos gemelos, que obviamente tienen la misma edad.
-...
-¡Madre, acuda en mi auxilio ipso facto! Necesito ayuda para hacerle comprender a esta señora tan simpática nuestra, al parecer, complicadísima composición familiar y el puesto intermedio que ocupo yo en ella.
-¡Ay, pobre! Siempre se olvidan de que existes (risas)
-No, no, es que al verles a los dos juntos creí que eran los mellizos
-¡Que no hay mellizos! ¡Gemelos!
-¿Entonces tú eres el otro?
-Sí, bingo, eso es, y voy a obviar el hecho de que se me defina como el otro.

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