Después de tanto visionar programas en los que se ensalza la figura del cocinero como la nueva y más rutilante estrella del firmamento mediático, uno abre la nevera y de repente se siente imbuido por un espíritu vanguardista, transgresor, se siente inspirado por una locura divina, escucha una música de origen desconocido que zumba en su cabeza con un ritmo enloquecedor y a un volumen ensordecedor, y en lugar de prepararse un simple, vulgar y tradicional sándwich, poseído por un furor báquico decide experimentar y con valentía, acaso con temeridad, unta el pan previamente tostado con un lecho de paté, coloca cuidadosamente sobre este una etérea loncha de jamón de york, añade unos trocitos níveos de queso fresco y corona su creación con unos cuantos copos de queso azul.
-¿Y qué tal?
-No mata.
-Ya.
-Ergo te hace más fuerte.
-Mira tú que bien.
-Lo llamo el sándwich del superhombre.
-Pero sabes que es una mierda, ¿no?
-Lo que importa es el proceso artístico.
-Ya.
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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