El aire es gélido frente al crepúsculo. Nubarrones inciertos en un horizonte huidizo. Tus labios de metal ardiendo en la oscuridad. Rosas muertas en el tejado. Y yo me abrazo a la caída y me despido, carreteras perdidas me llevan hacia el mar.
Y allí, cuando te vi, en el mar, silueta inasible, te perdí, sí,
por última vez.
Aún lo recuerdo.
Aromas de sirenas muertas inundaban la escena
como suspiros desmayados
y si reí o lloré no lo sé.
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