jueves, 16 de diciembre de 2010

Manifiesto

Estamos en contra de lo profundo y de lo elevado, del eje vertical de la metafísica. Estamos en contra de Platón. Y de la hermeneútica. Sobre esta última pensamos que es un cáncer. No hay que interpretar. Hay que experimentar. Para nosotros Deleuze no ha pasado de moda. No existe nada parecido a un alma que exprese su ser, que comunique sus sentimientos. Hay singularidades preindividuales que el lenguaje puede expresar. Se trata de acontecimientos. Es el acontecimiento el que se realiza en nosotros en un proceso del que no somos los agentes principales, pero que sí podemos desear. Y este desear coincide con su efectuación como acontecimiento: tercera transformación del espíritu; permaneced fieles a la tierra. Nada que ver con el eros platónico, nada de elevarse; deslizarse, danzar llevando a cabo la potencia que es la esencia de lo que somos: dime aquello de que eres capaz, no me digas nada de tu ser alojado en las profundidades del alma, no me cuentes patrañas.

Somos perfectamente conscientes de que el objeto completo, que colmaría nuestro deseo de una buena vez, no existe; es una ilusión con base en la metafísica de la presencia. El deseo es proyectivo, un viento huracanado, creador.

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