Vi el cadáver de la poesía
unos niños saltaban sobre él
y lo hacían añicos y polvo
y reían alegres y yo también
quería saltar y jugar
a destrozar
el cadáver de la poesía
y jugué un rato largo
el polvo se nos adhería a los dientes
se nos metía en los ojos
pero reíamos igualmente
hasta que caímos rendidos
sobre la hierba y vimos
un cielo de estrellas desgarradas
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