lunes, 8 de marzo de 2010

Metamorfosis Pop (Non Stop)

El señor H., que siempre, toda su vida, al menos eso recuerda él, había pertenecido a la tribu jebi y que, no contento con el simple disfrute privado de su música favorita, había pregonado su identidad a los cuatro vientos, orgulloso como estaba de su adhesión inquebrantable, intransigente, acaso dogmática, a la estética y a la forma de vida jebi, que incluía, desde su trastornado punto de vista, modales de macho alfa dominante, contorsiones corporales de dudoso gusto, chillidos como de cerdo con un cuchillo clavado en la tripa y un amplio y variado repertorio de muecas cuidadosamente ensayado frente al espejo todas las mañanas, cuyo objetivo era la evocación de un mundo premoderno pletórico de salvajismo amoral que incluía, como no podía ser menos, el clásico estiramiento inverosímil de lengua, si bien la recepción de este último y manido gesto por parte de su audiencia solía ser de un distanciamiento irónico, ya que veían en él una cita paródica y lo acogían con una media sonrisa, como diciendo vale, sí, lo pillamos, muy gastado, tío, distanciamiento que la atávica mente del señor H., poco dada a las lecturas de segundo grado, acostumbrado a ducharse con el agua de los pantanos de lo esencialmente feroz e indomesticable y cuya reacción al oír la palabra deconstrucción era una grosera, pero eficaz, dialéctica del eructo cervecero, no concebía, despertóse una mañana, tras un sueño intranquilo, convertido en un monstruoso indie: su larga e hipervaronil melena se acortó, le brotaron unas enormes gafas de pasta, la habitación se le infectó con decenas de rockdelux y se sorpendió a sí mismo ensayando poses de calculada indiferencia frente al espejo, sin los rugientes gritos de antaño, que lo envolvían en una atmósfera arcaizante y confortable, vestido con un jersey de rombos blancos y negros y tremendamente preocupado por no quedarse out en lo que a tendencias se refiere. Tendré que acostumbrarme a esta nueva atmósfera superficial y cool, díjose con tono resignado, de camino al Razzmatazz.

Y allí gozó de la última sensación pop, aceptando su incomprensible destino con más alegría que culpa: todo es jodidamente divertido, aunque a veces de todo emerjan efluvios de melancolía...

No hay comentarios:

Publicar un comentario