jueves, 25 de marzo de 2010

Cae la lluvia

Y la lluvia cae, cae sobre los tejados de León, y cae, cae la lluvia(1).

1. Dénse cuenta, aparentemente se trata de una simple oración, una oración cualquiera, cuyo sentido es obvio, enuncia un fenómeno meteorológico, de modo que la referencia es un suceso del mundo, sin más, una oración sencilla, comprensible para cualquiera. La proposición señala, indica, su verdad no está en ella misma, está en el mundo. Pero a partir de aquí, dénse cuenta, todo se complica. Porque no está lloviendo. Puede que llueva, pero ahora mismo no lo hace. No hay referencia al mundo. Si acaso, creación de un mundo. Esto no significa nada grandilocuente. Un pequeño mundo que se torna perplejidad allende sus fronteras lingüísticas. Que existe por y en el lenguaje. Y, no obstante, el sentido sigue sin estar en la oración misma. Tenemos, por un lado, un mundo en el que no llueve y, por otro lado, una oración en la que se dice del mundo que en él cae la lluvia. Es extraño. Además, la simple oración en realidad remite a Joyce y Joyce, a su vez, remite a otro escritor. Es raro. Bueno, tendría que añadir más cosas, pero no tengo tiempo, me voy a duchar.

PD: Ahora sí que llueve de verdad. Es curioso.

1 comentario:

  1. Interesante, un mundo insospechado -e ignorado- que se esconde tras una simple frase.

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