O irse a vivir a la superficie de una gota de lluvia arrastrada por el viento, cerrar los ojos y dejarse llevar, como balanceado por la música nocturna de los árboles. Decir tan solo aquí estoy y este soy yo, así soy. Y luego quizás fumar un último cigarrillo antes de ir a dormir, el cigarrillo de buenas noches, leer un poco y echarse a dormir, con las imágenes del libro todavía revoloteando somnolientas en nuestras cabezas, entre las sábanas, y no pensar en el futuro, ni siquiera en el pasado, ese pasado terco, inasible, que insiste en llamarnos, en indicarnos las direcciones de los caminos perdidos, las posibilidades que no escogimos y que hoy apenas sobreviven como fantasmas en nuestra memoria... Tan sólo cerrar los ojos, imaginar que nos hemos ido a vivir a la superficie de una gota de lluvia, y que ya siempre hablaremos el lenguaje del viento y de la noche, que vagaremos sin fin, seres errantes, sin un lugar en el mundo, sin un lugar fijo en el mundo porque amamos el viaje, no la llegada: queremos mirarlo todo desde la ventana de un tren en marcha a ninguna parte. Vivimos sin metas, somos una travesía sin rumbo y amamos nuestro destino roto, nuestro paisaje lluvioso, hermoso y desgarrado, y sólo creemos en el aliento poético que inunda el mundo, si uno sabe mirar.
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
Me has emocionado, diríase que casi me haces llorar. De corazón, gracias por escribirlo.
ResponderEliminarGracias, es bueno saber que aún quedan lectores capaces de emocionarse... sí, es una buena noticia ;)
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