viernes, 6 de octubre de 2006

La película proyectada en la ventana

Miramos desde la ventana: por un instante todo -los árboles, los tejados, la gente que camina durante todo el día de un lado a otro de la ciudad, y que no sabemos a dónde van y ellos tal vez tampoco lo sepan- nos parece como pintado por una mano temblorosa, con colores frágiles que en cualquier momento pueden borrarse. El gris puede huir del cielo, el verde puede huir de los árboles, incluso el viento puede frenar en seco y dejar solos y desamparados a los árboles. Todo parece un cuadro, o una película, un río de imágenes que no sabemos en dónde desembocan. En ese instante nos aterrorizamos y gritamos: el cuadro está a punto de rasgarse, todo es mentira, la película no tiene argumento, no tiene otro argumento que erran sin fin, buscando...

(El protagonista pone cara de tipo duro, prende un cigarrillo; un primer plano resalta una mueca que puede significar desprecio y chulería, o ser la imagen de su alma torturada: sus ojos tiemblan, está a punto de llorar, pero finalmente no llora. Tan sólo mira muy lejos, y en sus ojos advertimos su rabia, su tristeza.

A continuación le vemos de espaldas, caminando, alejándose de la ciudad y adentrándose en la noche...)

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