lunes, 9 de octubre de 2006

Las pesadillas y el claro del bosque

Nos adentramos en un bosque y estaba oscuro. Al fondo se dibujaba un claro.
No estábamos seguros, tal vez la imaginación estuviera jugando con nuestros sentidos y el claro del bosque no existiera en realidad, tal vez sólo fuera el hada que salva al niño del cuento, que está a punto de morir, pero tal vez el hada del bosque no existe en realidad.
Avanzamos lentamente, escuchando el leve sonido de las hojas mojadas bajo nuestros pies, mirándonos unos a otros, confiando en que nuestras miradas tejieran un hilo protector.
La sensación de haber penetrado en otra dimensión de la realidad se hacía cada vez más patente, como si estuviéramos dentro de un cuento de terror o dentro de una pesadilla, de esas que soñábamos cuando éramos niños y que aún recordamos, a veces, cuando unas ganas inexplicables de llorar nos agarran la garganta, y entonces miramos la noche, miramos otra vez la noche -costurera de estrellas- con ojos infantiles.
Teníamos miedo, ese miedo que provenía de nuestra infancia, un miedo sin nombre, a nada concreto, que no podíamos explicar, el que sentíamos al explorar casas abandonadas, y luego dormir con la luz del pasillo encendida, un miedo nocturno que irradiaba nuestra memoria y ante el que no huíamos sino que seguíamos avanzando, fascinados, en dirección al claro del bosque. No podíamos dejar de avanzar, aunque tuviéramos miedo... O precisamente porque lo teníamos, en dirección al claro del bosque.

2 comentarios:

  1. En unas vidas aburridas e insípidas, propias de una burgesía rica e hipócrita acomodada en su trono de mierda; el miedo es una de las pocas fasciniciones que tenemos los lobos esteparios de éste mundo.

    Me gusta como escribes, aunque en mi humilde opinión a veces me resultas demasiado enrevesado.

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  2. ¿Enrevesado? Merdré!! tendré que dejar de frecuentar a a Joyce (mentira, nunca lo leo) y ponerme a leer a Carver (otra mentira, ni bajo coacción leería al insípido príncipe de los minimalistas; o sea, de los aburridos: "Menos es aburrido", divisa anti-minimalista

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