En la imaginación conservadora Gregorio Luri se sitúa en el justo medio aristotélico al que son adictos la mayoría de los filósofos* y dice que el reaccionario vive asomado al pasado igual que el revolucionario vive asomado al futuro. El conservador se sitúa entre ambas opciones erradas, en el presente.
Pero, por ejemplo, en el caso de las bibliotecas, no basta con situarse entre reaccionarios y progresistas y decir que ni una cosa ni la otra. Las bibliotecas, especialmente las salas infantiles, se han convertido en patios de colegio ruidosos en los que nadie viene a leer (vienen a jugar, a correr, a dibujar y a hacer ruido, sobre todo a hacer ruido, porque el ruido es progreso, al parecer). Hay que dar un paso más y ser absolutamente reaccionario. El objetivo debe ser lograr que la lectura y el silencio reinen de nuevo en las bibliotecas. Seguramente fracasemos, sí. Pero lucharemos por un objetivo noble.
*Larruelle considera en su no-filosofía que el procedimiento filosófico sigue siempre el mismo patrón: parte de una división dialéctica del mundo entre dos polos opuestos y se ofrece como solución la síntesis entre ambos. Kant es un ejemplo claro, entre muchos otros, con su síntesis de idealismo trascendental y realismo empírico.
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