viernes, 17 de abril de 2020

17/04/2020

Horarios caóticos: algunos días he llegado a acostarme a las siete de la mañana. Otros días, como hoy, me he levantado a esa misma hora. 

El caos, en matemáticas, según tengo entendido, hace referencia a sistemas dinámicos muy sensibles a las condiciones iniciales, pero yo me refiero simplemente a ausencia de regularidad. 

Mi caos es sagrado, dijo Rimbaud. 

Podríamos preguntarnos por la idea misma de caos. ¿Qué tienen en común, si es que tienen algo, la idea matemática del caos y la idea poética del caos?

Se oye, a lo lejos, el ladrido de un perro. Aún no es de noche pero ya empieza a atardecer. Abro una cerveza, enciendo un cigarrillo. Ayer cumplí 37 años. Este post empieza a ser caótico, supongo.

Intento pensar en algo, pero no sé en qué. Intento decir algo, pero no sé qué. Miro por la ventana. El cielo promete el infinito, pero no puede cumplir su promesa. Azul sin fin, noche eterna. Palabras, palabras, palabras, qué más da. Simples frases que no valen nada. Pero he de decir, me digo, aunque no sepa lo que digo, eso es todo. Palabras que no valen nada, nada, nada.

37 años. En 2004 escribí mis primeros post como Señor S. Entoces me pareció gracioso hacerme llamar Señor. Entonces era un joven idiota y caótico que soñaba con ser escritor. Hoy soy un adulto no menos idiota y no menos caótico que ya no sueña con ser escritor y sin embargo escribe, aunque sea mal y porque sí, este diario hipernarcisista. Eso es todo, supongo. Qué más da.

Poco a poco va anocheciendo. Mentiría si dijera que no me hubiera gustado triunfar como escritor. Hubo un tiempo en que nada me hubiera gustado más. Hubo un tiempo en que mi único deseo era ser escritor. Ser escritor o no ser nada. Leía con entusiasmo, con desesperación. Era feliz leyendo. No sé por qué leía tanto, la verdad.

Ahora ya es de noche. Enciendo otro cigarro. Recuerdo algunos portales, el frío de enero, la luz del amanecer. No leía con desesperación, eso no es verdad. Supongo que lo he escrito solo porque me sonaba bien. Luces que se van, luces que vienen...

Los recuerdos reales parecen inventados, de tan lejanos, y quizá algún día, en el futuro, sean realmente inventados, de tanto recordarlos, si es que no lo son ya. El mundo de los hechos se desliza hacia el reino de la fantasía. Lo que fuiste deviene ficción. No me parece nada raro. La identidad personal, al fin y al cabo, no deja de ser una narración.

El caos reina. 

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