jueves, 12 de septiembre de 2013

Un post desestructurado y sin revisar que trata (más o menos) sobre la vida y última obra de DFW

Recuerdo que, durante la presentación de La escoba del sistema en Barcelona, Javier Calvo habló sobre el extremismo moral de DFW. En ese momento, estaba traduciendo (Javier Calvo, no yo) la recopilación de ensayos En cuerpo y en lo otro, recientemente publicada. En concreto, habló sobre un ensayo (o artículo, más bien) en el que DFW hablaba sobre el sida y argumentaba algo así como que podía tener su lado bueno. Me quedé un poco a cuadros. En realidad, DFW aclara que nadie puede afirmar que una epidemia letal sea algo bueno y que las cosas que vienen de la naturaleza simplemente son. No son buena ni malas, que es lo mismo que decía Nietzsche, por mucho que algunos lectores despistados de Sokal que no se enteran de nada (el mismo Sokal no se entera de nada y se dedica a malinterpretar sistemáticamente a cuanto pensador comenta, con el resultado de que cualquier parecido con el original es pura coincidencia y de que Sokal se pasa mucho tiempo y espacio intentando rebatir acusaciones a la ciencia que nadie ha formulado y acribillando a hombres de paja con una saña digna de la crónica rosa y un dogmatismo inquebrantable: la impresión que da Sokal, si imaginamos la historia de la epistemología del siglo XX como una película, es que Sokal asistió al comienzo, salió a fumar un cigarro, se entretuvo hablando con alguien más de una hora y volvió cuando la película se estaba acabando, momento en el que se puso a gritar, histérico, tirándose de los pelos porque no entendía nada de lo que había pasado) y cuya alergia al relativismo se parece más a una fobia irracional que a una meditada postura epistemológica crean que afirmó que no existen hechos. Lo que no existen son hechos morales. Pero es verdad que DFW, en cuanto a severidad moral, podía alcanzar las altas cotas de Wittgenstein. Bueno, quizá no tanto. Lo que viene a decir DFW es que el sexo nunca es despreocupado. Se le va un poco la pinza, lo admito, con frases como: el regalo que nos ha hecho el sida consiste en recordarnos en voz alta que el sexo no tiene nada de despreocupado. Hombre, David, calificarlo como regalo es un poco demasiado.

También recuerdo que en aquella presentación habló la traductora de Todas las historias de amor son historias de fantasmas (la estaba traduciendo en aquel momento, en febrero de este año, digo esto solo porque me acuerdo, sin ningún propósito). Sobre La escoba del sistema, dijo que Leonore podía ser una metáfora del lenguaje mismo. O algo así. Eso no lo recuerdo bien. Era un tesis especulativa y molona, en cualquier caso. Ya he leído la biografía de DFW, con una voracidad febril, en dos días. No tengo ni idea de cómo de rápido lee la gente, pero para mí leer cuatrocientas páginas en dos días es leer demasiado deprisa, o sea, mal. Yo creo que hay que leer despacio. Lo dijo Séneca y lo dijo Nietzsche, pero eso no viene a cuento. El trabajo del biógrafo es colosal, el libro está bien escrito, es adictivo (al menos para mí) y no tengo casi nada en su contra, aunque me sigue pareciendo ligeramente obsceno escarbar en la vida de los artistas para satisfacer la curiosidad morbosa de sus fans. Mi curiosidad, no obstante, me ha mantenido leyendo sin parar la malograda vida de DFW (esto de la malograda vida suena fatal, lo sé; igual que sé que esto de la autorreferencia puede ser cansino e irritante y constituye una torpe imitación más del estilo del finado... Y esto del finado es directamente atroz y etcétera). Así que, ya digo, he leído demasiado deprisa (error) y ahora mi cabeza es un batiburrillo chisporroteante incapaz de articular nada mínimamente decente sobre lo que he leído. También he leído En cuerpo y en lo otro y también demasiado deprisa. He leído reseñas sobre novelas que no he leído preguntándome qué sentido tenía leer dichas reseñas y he leído la introducción a una antología de ensayos tras la cual no venían los ensayos preguntándome qué sentido tenía leer dicha introducción. El texto sobre Federer, glorioso. El texto sobre Terminator 2, glorioso pero un poco doloroso. Quiero decir que yo de pequeño era un flipado de Terminator 2. De pequeño y de mayor. O sea, que yo amo Terminator 2, pase lo que pase. El chaval protagonista, lejos de irritarme, me parecía una pasada, en especial su pelo, el hecho de que tuviera una moto y supiera cómo robar dinero de los cajeros automáticos. Lo de que tuviera un Terminator como amigo ya era algo insuperable, el sueño de cualquiera. No recuerdo cuándo vi por primera vez Terminator 2, pero desde luego los tópicos narrativos o el hecho de que hubieran sacrificado la coherencia de la trama y la complejidad de los personajes por los efectos especiales no eran cuestiones que me preocuparan o siquiera me planteara. También recuerdo la primera película de Rambo como otro hito de mi infancia. Esto inevitablemente nos lleva a la cuestión de la educación y el género, la ideología implícita en el cine, cómo la dominación simbólica masculina y el ensalzamiento de rudos machos alfa seductoramente ciborgianos o militarizados era (o es) alentada activamente desde todos los rincones del espectro cultural y etcétera (esto sí que sería muy largo y nos desviaría mucho, si es que este post tiene alguna dirección o sentido, e implicaría citar profusamente a Foucault y decir cosas como los colegios son máquinas de produccion de verdad y normalización y que no hay tanto verdades como ficciones políticas y de nuevo etcétera y en este punto grupúsculos pro-Sokal entrarían en un estado de agitación nerviosa preocupante y ya vamos a dejarlo aquí por ahora)

3 comentarios:

  1. Iba a ponerle este enlace en el anterior post, pero por motivos que no vienen al caso no he podido hasta ahora, así que aprovechando que, como usted indica, este post es desestructurado, lo enlazo aquí.

    En realidad, es sobre el asunto de la secta heideggeriana (contumazmente) salamanquesa.
    ¿Cree que alguno habrá sobrevivido a la lectura de esta entrevista?...
    Mario Bunge sobre Heidegger

    ResponderEliminar
  2. Qué tío el Bunge... Ya había leído la entrevista. En el fondo (y en la superficie) no dice nada sobre el pensamiento de Heidegger, se limita a decir un par de tópicos tontos sobre su figura. Qué se le va a hacer.

    ResponderEliminar
  3. http://www.youtube.com/watch?v=8PN_KcZnTOo

    Aquí Félix Duque.

    "Ethos anthropos daimon"

    ResponderEliminar