lunes, 30 de mayo de 2011

Quizá no podía ser...

Quizá no podía ser,
pero la saliva era salada
y el horizonte, despejado
-luego se rompió, me acuerdo-
y todas las cosas temblaban
como a punto de saltar
-luego todas se cayeron, me acuerdo-
y la melancolía huía
espantada por el alba
-luego regresó, me acuerdo-
y las sombras reptaban
indescifrables
al ritmo del viento
enredándose en las voces
salvajes de los árboles.

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