La forma mercancía constituye un modelo estructurante de las relaciones sociales en su conjunto. La dinámica de la producción en este sistema, que cuando Marx hace su crítica está —dice Benjamin— en su infancia, se ve sometida a un nuevo principio objetivador y troquelador de las subjetividades: el que marca el fetichismo de la mercancía, en el que la propiedad y posesión de los bienes desborda la relación individuo-producto para abrirse a la relación estilo de vida-intercambio de bienes. Relación ésta en la que Simmel, sensible a la tarea moral de los individuos, da lo mejor de sí abriendo el campo de la producción al sistema de reglas más amplio que ya incluye el consumo contemporáneo. El sujeto del consumo no es el individuo, sino el entramado de relaciones reales y simbólicas que éste mantiene y que Simmel llama inauguralmente estilo de vida. El objeto del consumo no es el bien que se compra, sino una red mayor de pautas culturales, de relatos y signos en la que los objetos se presentan y adquieren argumento, esto es, sentido.José Miguel Marinas, Simmel y la cultura del consumo
sábado, 14 de mayo de 2011
Mercancía y subjetividad
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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