Así yo no hago otra cosa: humedezco las puntas de los dedos, impulso el pedal con el pie, paro la rueda de la rueca, hago girar el huso e hilo, hilo sin cesar. Pero cuando una vez anochecido quiero retirar la rueca a su rincón, me doy cuenta de que en la casa no hay ninguna rueca, y que sólo Dios sabe qué se ha hecho del ovillo que hilé con tanto esfuerzo como celo. Y así, exactamente lo mismo, sigo hilando y tejiendo durante toda la noche mis pensamientos, un día y otro día, sin fatigarme ni cansarme nunca. Pero, ¿cuál es el fruto de todo este trabajo? El que trata de arrancar a patadas el carbón de una mina, logra infinitamente más que yo con mis trabajos tan esforzados como baldíos.Sören Kierkegaard, La repetición.
martes, 31 de mayo de 2011
Hilar, pensar... en balde
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