martes, 5 de enero de 2016

François Ozon - En la casa


Un profesor de literatura que odia el arte contemporáneo. Por alguna razón, reírse del arte contemporáneo, así en general, desde la más pura ignorancia, es una estrategia muy utilizada para ganarse el aplauso del público —en La gran belleza, película malísima, por cierto, pasaba algo parecido—. Al profesor le gusta lo hipercanónico: Flaubert. Y eso es más o menos todo*. Bueno, hay un juego metaficcional bastante simplón. Algún crítico ha hablado de complejidad metaficcional, o algo así, pero, sinceramente, si lo comparamos con cualquier ironista posmoderno ochentero, o con el mismísimo Quijote**, de complejidad nanai de la china (esta estructura sí que es más imple que el mecanismo de un botijo, aunque lo peor de la película es su concepción conservadora —ya no se escriben cosas así, dice el profesor— y banal —si aburres al (presumiblemente perezoso) lector, te cortará la cabeza— de la literatura [seguro que hay montones de situaciones palpitantes en las novelas de Corín Tellado, que nunca aburrió a sus lectores, pero eso no la convierte en ninguna Sherezade. La función de la "crítica" al arte contemporáneo dentro de la película parece ser reforzar esta concepción conservadora de la literatura])

*Soy un crítico de cine nefasto, lo sé. De Ozon me gustó mucho más Swimming Pool, puede que porque la vi en el cine (en el cine todo mola más).

**He dicho si lo comparamos... Pero no hay muchos motivos para compararlos.

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