sábado, 18 de abril de 2015

Desnudez

Ruth Bernhard

Una de las consecuencias del nexo teológico que en nuestra cultura une estrechamente naturaleza y gracia, desnudez y vestido es, en efecto, que la desnudez no es un estado, sino un acontecimiento. Como oscuro presupuesto de la adición de un vestido o repentino resultado de su sustracción, don inesperado o pérdida imprevista, esta pertenece al tiempo y a la historia, no al ser y a la forma. Es decir, en la experiencia que de ella podemos tener, la desnudez es siempre desnudamiento y puesta al desnudo, nunca forma y posesión estable. En todo caso, difícil de aferrar, imposible de retener.
Giorgio Agamben, Desnudez 

PD: Y las citas son una sustracción del contexto al que pertenecen. En los casos en los que su sentido está fuertemente ligado a dicho contexto la sustracción es incluso violenta (por ejemplo, hay autores muy citables, tipo Quignard o Walser, y otros en realidad poco citables, como DFW; en este caso sería recomendable leer el artículo entero de Agamben para entender bien todo el rollo de la gracia, la desnudez paradisiaca, etcétera, pero bueno, entender la desnudez como acontecimiento y no como estado creo que es lo fundamental). Dice también Agamben, un poco más adelante, que la desnudez es infinita, que no termina nunca de acontecer... Violentemos una vez más el texto de Agamben extrayendo una última cita: «En cuanto su naturaleza es esencialmente defectiva, en cuanto no es sino el acontecimiento del faltar de la gracia, la desnudez nunca puede saciar la mirada a la que se ofrece».

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