miércoles, 4 de marzo de 2015

Él (III)

Diálogos mesiánico-kafkianos

—Aquí estoy —dice él con voz temblorosa—, segregado del género humano, esperando al Mesías y sabiendo que llegará cuando ya no haga falta.
—Vale, deja de hacer de Kafka —le responde una voz sensata.
—Has de saber que el Mesías no llegará el último día, sino el ultimísimo —concluye él con tono triunfal.


Una visión tremendamente sombría de todas las cosas

Tengo una visión tremendamente sombría de todas las cosas. Todas las cosas que sufren elevan sus tristes plegarias hasta mis oídos. Pero yo no puedo hacer nada. ¿Cómo podría? No hay nada que hacer. Entonces, cuando —como sucede ahora mismo— sale el sol y la luz se derrama sobre los tejados de esas casas de ahí, las que están abandonadas, consumiéndose en su vacío y en su silencio, me alegro mucho. No digo que el sol vaya a solucionar nada, porque nada tiene solución; solo digo que está bien que salga de vez en cuando.


Angustia

No estaría nada mal, pero nada mal, que el sol evaporase la angustia de mi pecho de una vez y para siempre, dijo él.


Visiones

Mudas mujeres impúdicas caminan desnudas, en fila india. Su piel blanca refulge en la noche. Brillan como estrellas, como copos de nieve, como ángeles exiliados. Mañana por la mañana solo quedarán sus huellas, o puede que ni siquiera eso: quién sabe si sus pies descalzos habrán podido dejar incisiones permanentes en una tierra tan dura, tan antigua, en esta pobre y seca meseta donde por el día silba el tártago y la vista no encuentra reposo. La noche es larga y fría, y las mujeres señalan al cielo.

2 comentarios:

  1. Si dejamos de lado el estilo a la hora de escribir, parece que estoy leyendo versiones modernas de Mientras Agonizo o El Ruido y la Furia.

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  2. Faulkner... eso son palabras mayores jeje

    Mientras agonizo no la he leído (tengo que leerla). El Ruido y la furia es brutal

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