martes, 31 de marzo de 2015

La manía de darle vueltas a las cosas

Podríamos añadir al catálogo de definiciones del ser humano la siguiente: el ser humano es el animal poseído por la manía de darle vueltas a las cosas. La definición es igual de arbitraria que muchas otras: animal racional, animal lúdico, animal metafísico, animal que ríe, animal que llora, mono vestido, etc. Es el animal que le da vueltas a las cosas, incluso a cosas que Perec (que yo siempre digo que es la reencarnación de Cristo, y lo digo porque lo dijo Bolaño, no porque yo sepa qué quiso decir Bolaño) ya ha esclarecido de manera definitiva. Por ejemplo, ¿qué es la vida?, ¿qué es vivir? La pregunta sigue teniendo en vilo el meditar de mucha gente (desocupados, tarambanas y holgazanes, fundamentalmente). No obstante, Perec ya respondió a esta pregunta y carece de sentido seguir dándole vueltas. He aquí su respuesta: «Vivir es en pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse».

3 comentarios:

  1. El ser humano es el peor invento de la humanidad. Y bueno, Bolaño es un tío bastante aburrido. Los Detectives Salvajes me gustó, pero Una Novelita Lumpen me aburrió lo que no está escrito. En fin, S: un abrazo; te dejo la última entrada de mi bitácora; creo que te gustará.

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/03/el-sistema-de-mario-conde-un-estudio.html

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  2. Bueno, yo creo que Bolaño es la reencarnación de Cristo. O tal vez de Homero. O del mismo Perec. En cualquier caso, de lejos el escritor en español más importante de... Bueno, para mí el más importante, sin más. Pero nosotros nunca vamos a coincidir en nada, me temo. Aunque no hay por qué coincidir. Pérez-Reverte me parece un mediocre que escribe folletines de quiosco que se olvidan a los cinco minutos, de Mendoza no me apetece ni hablar...

    Y ¿Mario Conde? ¿Estás de broma?

    Un abrazo (podemos ser enemigos fraternales, de todas formas... XD)

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  3. Quizá me excedí con lo de «el más importante». Pongamos que también están Cervantes, Borges y algunos más... Pero Bolaño entre ellos. La parte de los crímenes de 2666 (que yo, lo admito, no pude terminar de leer entera), solo por esa letanía salvaje que constituye una de las representaciones literarias del horror más impresionantes y estremecedoras que se hayan escrito, Bolaño merece un sitio de honor en el «furibundo y moribundo» país de las letras.

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