Estallan las voces. Estalla el llanto, la luz y la muerte. Todo estalla. Como dice (más o menos) Pascal Quignard. Estallan ritmos secretos y melodías sinuosas en la hora mágica, en la hora dorada, cuando los cuerpos y las sombras y los árboles se transfiguran y acarician el gozo de la inexistencia, de lo diáfano. Melodías que cabalgan hacia polvorientas puestas de sol. Luz desmayada.
Y el búho de Minerva dice «escribid, escribid, mañana por la mañana ya no será de noche: nos espera un floreciente amanecer de sodio».
sábado, 28 de febrero de 2015
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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