Lo único malo de irse al cielo es que allí el cielo no se ve.
Monterroso.
Y, sin embargo, es un alivio
mirar de vez en cuando el cielo,
húmedo e incomprensible,
ahí afuera, tras de mi ventana,
sabiendo, sí, que me es ajeno, que
la espesura del tiempo no me toca.
Jenaro Talens
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