miércoles, 22 de noviembre de 2006

Radiohead

Una tristeza hermosa, la lluvia, el invierno y la voz de Thom Yorke.
Afuera hace frío, el vaho que empaña las ventanas.
Estamos a punto de llorar de felicidad: el anhelo ingenuo de fundirse con la naturaleza y trascender los confines del cuerpo, de ser una voz azul surcando la noche como un hilo mágico que une las estrellas,
flotando en la inmensa ocuridad,
brillando en la inmensa oscuridad.
Cerrar los ojos y desaparecer: un lirismo furioso nos traspasa el cuerpo.
Respiramos el olor a tierra mojada. Nostalgia y serenidad.
Espacios poéticos psicoacústicos, espectrales, que existen frágilmente, con su belleza desgarrada, convulsa.

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