sábado, 25 de noviembre de 2006

La lentitud otoñal de los sábados

Las horas se arrastran por la tarde con una lentitud otoñal de cielos grises. Adentro calefacción y cigarrillos y música pop. Felizmente atrapados en el ritmo lento y obstinadamente triste de un bajo oculto en la entrañas de una canción, que inunda el aire lluvioso y nos sirve de barco en la travesía imaginaria de un yo en una lenta tarde de sábado, ajena al trajín de las marionetas faústicas. El mar está lejos y probablemente no sea una mar de verdad, sino una imagen cuya espuma lame los pies desnudos de una chica que tampoco es verdad, una imagen en que sumergirse con los ojos bien cerrados. No hay mucho más que hacer. Escuchar canciones tal vez sea una forma de ser, de habitar una morada en fuga permanente hacia lo desconocido.
El viento, con furia inusitada, golpea los árboles, que resisten orgullosos, con los dientes apretados.

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