martes, 1 de marzo de 2016

Sobre Her y la retórica del hater

Sin duda una de las películas más indignantes que he visto en mucho tiempo, suerte que la unanimidad de la crítica, bien pagada supongo, no me llevo a verla en el cine por 9€, porque me habría ahorcado nada más salir. Se trata de un truño de dimensiones épicas, superficial y auto complaciente hasta la megalomanía; la única explicación posible es que el director estaba completamente schienato dalla figa :( Lo siento por él pero aquí, detrás de la pseudo filosofía de tercera que rellena metraje por aquí y por allá, no hay nada que Jorge Bucay o Paulo Coelho no hayan explicado ya largamente en sus libros de autoayuda. Tristeza profunda me causa que sea esto lo que gana premios ahora y que tanta gente se emocione tanto con emociones falsas o prestadas. Una caja vacía con envoltorio dorado, un insulto despreciable a tantas películas de amor o de ciencia ficción decentes y hechas con mínimo de verdad. Que se vaya a cultivar brócoli!!!!!!!!!!!!!
Crítica del usuario Sifrit a la película Her, de Spike Jonze, en filmaffinity

La retórica de los hater siempre se basa en la hipérbole. Este es un gracioso ejemplo de las altas cotas de furia verbal que puede alcanzar un espectador indignado. A Sifrit le afectan las películas de un modo tan visceral que ni el fanboy más loco soñaría con llegarle a la altura de los talones en cuanto a intensidad emocional se refiere. El hiperbólico Sifrit declara que si hubiera ido al cine a ver Her por nueve euros se habría ahorcado nada más salir. Esto es pasión cinéfila (o el caso de tacañería más brutal en que pueda pensarse) y lo demás bobadas.

Pero Sifrit no solo tiene una intensidad emocional casi patológica (recordemos su disposición al sacrificio: tal vez en un mundo alternativo Sifrit desgraciadamente fue a ver Her al cine y se ahorcó al salir; y creo que una interpretación modal de la mecánica cuántica permite hacer esta suposición, por inverosímil que sea [en realidad no tengo ni idea de mecánica cuántica, no me hagan caso]) sino una gran inestabilidad emocional: pasa de la indignación a la profunda tristeza en un abrir y cerrar de ojos.

Resulta interesante que a Sifrit le cause una profunda tristeza que «tanta gente se emocione tanto con emociones falsas o prestadas». Llegados a este punto me veo obligado a recurrir a la artillería pesada, es decir, a la filosofía analítica. Según Searle, la conciencia tiene una ontología de primera persona, subjetiva. Si a mí me duele una muela, pongamos por caso, mi dolor es mío y de nadie más. No puedo estar equivocado en cuanto a que me duele (puedo equivocarme respecto al origen del dolor, eso sí). La cuestión, entonces, es si puede haber emociones falsas o prestadas, esas a las que despectivamente se refiere Sifrit.

Los que se emocionan con Her, independientemente de la calidad de la película, ¿pueden tener emociones falsas? ¿Qué significa aquí falsas? Sifrit pasa por alto la autoridad de la primera persona (basada en un atributo básico de la conciencia como es la autorreferencialidad) de las creencias, los estados emocionales y los deseos. En todo caso, los estados emocionales pueden ser apropiados o inapropiados. Un caso ejemplar de estado emocional inapropiado podría ser el estar dispuesto a ahorcarse por haber visto una mala película (aunque está claro que no es una disposición real, que es pura retórica hiperbólica, y a mí, lo reconozco entre paréntesis, también me gusta sacrificar la verdad en el altar de la hipérbole de vez en cuando).

Hablemos ahora de cómo entiende Sifrit la crítica cinematográfica. Parece entenderla como una derivación especialmetne dogmática de los ejercicios de narcisismo a los que nos tiene acostumbrados Carlos Boyero. Boyero habitualmente se pasa el análisis de las películas por el arco del triunfo y nos cuenta sus impresiones. Sifrit hace algo parecido y califica la película en función de sus impresiones y estados emocionales (fundamentalmente la indignación) en lugar de basarse en criterios y argumentos públicamente discutibles, solo que Sifrit es un espectador de cine especialmente enloquecido.

Her es, según Sifrit, en primer lugar, un truño épico, superficial y autocomplaciente hasta la megalomanía. En segundo lugar, una caja vacía con envoltorio dorado y un insulto despreciable al resto de películas de amor y ciencia ficción hechas con decencia y un mínimo de verdad. En medio de estas series de iracundos y moralistas calificativos (la película es superficial e indecente, aunque no se sabe por qué una película superficial e indecente no podría ser buena; de hecho hay cientos de películas superficiales e indecentes buenísimas) Sifrit expone la filosofía que subyace a la película: los libros de autoayuda de Bucay y Coelho.

No he leído a Bucay ni a Coelho, pero no creo que esto sea verdad. Sin embargo, aquí lo interesante es que Sifrit, embebido en su agresividad retórica y en su afán de denigrar la película, se contradice: la película es superficial y aun así detrás de ella (detrás de su superficie) hay una pesudofilosofía de tercera.

Her, por lo demás, es una película muy interesante, una versión muy singular de un tema que la ciencia ficción ha tratado en muchas ocasiones, como es la relación entre los humanos y los robots. Jordi Costa señalaba acertadamente la evolución de esta relación en el cine, desde la amenaza que supone HAL en 2001: una odisea del espacio, pasando por IA, de Spielberg, en la que se introduce un componente sentimental y afectivo que no estaba en 2001 (aunque la muerte de HAL es desgarradora), hasta Her. 

Es también una película sobre la melancolía y el amor, dos enfermedades afines según toda una tradición de pensamiento cuya máxima expresión podríamos situar en el De amore de Ficino, y sobre cómo la tecnología transforma las relaciones sociales. En el caso de Her, la melancolía del protagonista es incurable: se ha enamorado de una voz sin cuerpo. Todas las historias de amor son historias de fantasmas.

PD: El tema de la voz es filosóficamente muy jugoso. Por ejemplo, Zizek lo ha analizado en las películas de Lynch, desde una perspectiva lacaniana (cómo no), y Agamben ha escrito bastante sobre la voz, los fantasmas, el amor y la melancolía. En algún lugar de su obra, de cuyo nombre no logro acordarme, se refiere concretamente al caso de poetas medievales exaltados capaces de enamorarse locamente de una mujer de oídas. No digo que esta sea la filosofía que subyace a Her, y ni siquiera me parece probable que Spike Jonze haya tenido en cuenta estos referentes a la hora de escribir el guión, pero como trasfondo de la película me parece mucho mas sugerente que Bucay o Coelho.

PD2: Si he de hablar de mis gustos personales, yo prefiero Cómo ser John Malkovich y Adaptation, ambas escritas por el nunca suficientemente venerado Charlie Kaufman.

3 comentarios:

  1. En realidad ser un hater es más sencillo que no serlo porque entre tanto grito y tanta hipérbole se esconden mejor la falta de contenidos.

    Eso y que la televisión nos ha transmitido ese modelo de personaje que es un borde pero en el fondo es un genio. El problema es que algunos sólo llegan a bordes ;)

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  2. Sí, es verdad... Aunque ya digo que yo soy bastante fanático de la hipérbole, y de las invectivas salvajes, si son ingeniosas, también. Por ejemplo, las de Mark Twain contra Jane Austen me hacen reír a carcajadas. Incluso aunque no esté de acuerdo con Mark Twain.

    Los haters de filmaffinity generalmente suelen ser unos ignorantes sin ninguna gracia, claro.

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  3. De todas formas, Her no deja de ser un producto midcult, que coge un género pop como la ciencia ficción y le da un barniz de alta cultura. Está hecha a medida de los hipsters. Una película ideal para gente que no aprecia "Desafío total", la película de Verhoeven, porque sale Schwarzenegger, pero que tampoco aprecia la verdadera alta cultura porque le parece lenta y aburrida (pongamos el cine de Tarkovsky).

    Tampoco quiero decir que lo midcult sea el mal o no te pueda gustar. "El viejo y el mar", que es uno de los ejemplos clásicos de producto midcult, es uno de mis libros favoritos.

    En fin, que hay que ser apocalíptico con los integrados (reivindicar a Tarkovsky) e integrado con los apocalípticos (glosar las maravilla de Nicolas Cage), aunque solo sea por llevar la contraria XDD

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