jueves, 22 de noviembre de 2012

Persecución del instante

Retrocede el astro y se retira, ha fenecido el día,
pero corre hacia otros lugares, a fomentar nueva vida.
¡Ay, que no me levanten del suelo unas alas
para lanzarme hacia él y siempre hacia él!
Vería, a través de un eterno destello vespertino,
un mundo silencioso postrado ante mis pies,
encendida toda cima, calmado todo valle,
el argentado río corriendo en áureos caudales.
Mi marcha, equiparable a la de los dioses,
no sería detenida por la salvaje montaña con todas sus quebradas;
y pronto el mar, con sus bahías caldeadas,
se abriría ante los sorprendidos ojos.
Goethe, Fausto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario