martes, 5 de mayo de 2009

Fuga Geométrica III

Pablo siguió hablando, haciendo caso omiso de las miradas francamente hostiles que dirigían contra él y de los bostezos y de los gestos de asombro o de incredulidad que expresaban muy elocuentemente un deseo imperioso de que por favor se callara de una vez, diciendo que estaba más o menos claro que existía una conexión más o menos evidente entre los movimientos y tensiones de la geopolítica mundial y el desarrollo tecnológico, porque el desarrollo tecnológico se conectaba a su vez con el desarrollo económico y que lo que no estaba tan claro era que el último grito tecnológico fuera el más eficiente, y que la eficiencia era el valor por antonomasia asociado a la tecnología y que a él, por ejemplo, le parecía más eficiente un reloj de cuerda, al que hay que darle cuerda, por supuesto, hay que acordarse de darle cuerda, eso es cierto, pero que desde el punto de vista de la autonomía energética, piedra de toque de todo el revuelo geopolítico, pues qué quería que les dijera, que era más eficiente y más inteligente porque empleaba la fuerza motriz humana para funcionar, y que la producción de obsolescencia planificada era una estratagema, o una necesidad, eso también puede ser, de una economía que pivota sobre el consumismo, columna vertebral o espina dorsal, como cada cual prefiera, cada uno es cada cual, de nuestras vidas, de la formación de nuestras identidades o subjetividades, no hay tiempo para sutilezas y diferenciaciones precisas, no ya simplemente alienadas sino confudidas con nuestra alienación hasta el punto de que querer separarlas se vuelve un ejercicio ilusorio más propio de tiempos remotos o pretéritos, y que entonces qué hacemos, eso sí que no está claro en modo alguno, está oscuro y turbio, todos vamos en el mismo barco, esa metáfora ya la usaba Sófocles, ni más ni menos, cuyos libros, por cierto, son auténticamente sagrados, la interpretación de Hegel de la esencia de la tragedia es muy interesante, ahí se ve también la esencia de la dialéctica, pensada como tragedia, no se trata de que se opongan dos verdades igualmente válidas, la única verdad es la contradicción, el conflicto, la verdad en sí misma es pura tragedia, y el ser es tragedia y por lo tanto la verdad de nuestras vidas es la tragedia, y si pasamos de Hegel a Nietzsche veremos que o somos capaces de afirmar la tragedia, de decir sí a la vida, aunque sea difícil, o somos capaces de bailar y danzar y ensanchar nuestra voluntad de potencia, que no es otra cosa que nuestra capacidad de obrar, o que bueno, pues nos vamos a la mierda, así de claro, sin medias tintas, eso es en el fondo lo que quiero decir, que la vida es como una tirada de dados, a unos les toca un seis, a otros un uno, bien, cada uno avanza lo que le toca en la partida, tú sólo tiras los dados, esto no suena muy bien, no sé, ¿pedimos más cerveza? y si a los que les toca un uno se unen y van a por los del seis por ser unos auténticos hijos de puta pues que bueno, eso también forma parte de la partida, bien, voy a salir un rato a la calle, me estoy mareando, aunque, claro, Nietzsche no es dialéctico, bueno, da igual, salgo un rato.

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