domingo, 3 de marzo de 2019

Pero, ¿cómo demonios se construye un yo?

BREVE COMENTARIO SOBRE UN ASPECTO PUNTUAL, INCLUSO PUEDE QUE MARGINAL, DE MORDER LA MANZANA (INCLUYE, CÓMO NO, ASTERISCOS Y POSDATAS)


Leticia Dolera, en Morder la manzana, sostiene que los relatos nos construyen*. También sostiene que la construcción del yo es interna y subjetiva, y como tal debería ser libre y no estar condicionada por estereotipos ni presiones sociales y culturales. Ambas tesis son contradictorias. La primera tesis presenta los relatos como modos de subjetivación**, la segunda propone que la subjetividad debería surgir de una partenogénesis espontánea. Además, la segunda tesis anula el potencial emancipatorio que Leticia Dolera advierte en la primera: si la construcción del yo es interna y subjetiva y debería estar libre de las presiones culturales, no tiene sentido escribir relatos que pretendan cambiar los modos de ser de los sujetos, ya que eso sería ejercer una forma de presión cultural sobre ellos. 

*Es un ensayo hiperconstructivista, en el que la estructura socioeconómica y la biología están extrañamente ausentes. Todo gira en torno a construcciones sociales de imaginarios simbólicos y libres decisiones individuales que se sutraen a esos imaginarios. Así, por ejemplo, el retraso en la edad media de la maternidad no parece tener nada que ver con las condiciones sociales y económicas de una población en un momento histórico determinado. Simplemente, es una libre decisión. 


**Leticia Dolera privilegia los relatos, en detrimento de las leyes, como el modo de subjetivación fundamental. Estoy de acuerdo en que los relatos, los discursos, son un modo de subjetivación, aunque no veo tan clara esa primacía sobre las leyes. Tampoco veo claro que los relatos nos condicionen de una manera tan directa. Por un lado, no recibimos solo un tipo de relatos, sino múltiples. Por otro, el sentido de la mayoría de los relatos está muy lejos de ser unívoco. Y el lector, el espectador de los relatos, no se limita a recibirlos pasivamente. 


PD: Otro comentario sobre un aspecto, no ya marginal, sino ultramarginal, que no tiene nada que ver con el tema del libro. Dice Leticia Dolera que según la mecánica cuántica el tiempo no es lineal sino cíclico. No sé yo si entre las extravagancias del mundo cuántico se cuenta sostener que el tiempo es cíclico, la verdad...

PD2: De todas formas, Leticia Dolera tiene razón cuando afirma que ya vivimos en un ideología de género, en el machismo. La ideología, claro, funciona cuando es invisible, cuando se oculta a sí misma su carácter ideológico.

PD3: Leticia Dolera cuenta la versión del mito de Eva en el que esta nace de la costilla de Adán, pero cualquiera que haya leído el Génesis sabe que se cuentan dos versiones distintas, y en la otra versión pasa exactamente lo que según Leticia Dolera no pasa, a saber, que Adan y Eva nacen ambos de la varita mágica de Dios («Mujer y hombre los creó», Génesis 5:2). Y Eva muerde el fruto (no se dice que sea una manzana, pero no nos pongamos tan tiquismiquis) del árbol de la ciencia del bien y del mal, no del conocimiento en general. Es gracias a Eva, por tanto, que tenemos conciencia moral. La conciencia nos hace desgraciados, diría Dostoievski, pero esa es la condición humana de la que habla el mito. ¡Claro que había que atreverse a morder la manzana! ¡El acto más osado de la historia universal!

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