miércoles, 19 de octubre de 2016

La culpa de todo la tiene Bob Dylan

La culpa de que no sea lea a John Ashbery la tiene Bob Dylan. Si no le hubieran dado el nobel a un cantante, la relevancia social de la poesía vanguardista ahora mismo, right now, sería apoteósica. Nadie podría vivir sin ella. La gente recitaría poemas de Ashbery por la calle. Solos con nuestra locura y nuestra flor favorita, oiríamos decir a alguien, visiblemente conmovido, con voz triste y pupilas ardientes, al cruzarnos con él.

Le proclamarían, con entusiasmo irrefrenable, el último poeta del sujeto y el primero del predicado libre, como dijo Jody Norton. Un bardo de los buenos. Discutirían largo y tendido sobre su revolucionaria sintaxis, sobre el porqué de esos versos tan largos, tan impredecibles... ¿Hace collages literarios? ¿Es una especie de dj? Se organizarían tertulias espontáneas, sentados en sillas hablaríamos de Whitman y de la democracia, y luego nos subiríamos a esas mismas sillas y diríamos ¡Oh capitán, mi capitán!

Expulsaríamos a los filósofos de nuestra república poética y haríamos del Hiperión de Hörderlin nuestra constitución. ¡No más mendigos que reflexionan, seamos dioses que sueñan!

Pero nada de esto es ya posible. Los escritores españoles han decretado la muerte de la literatura. La literatura de verdad es cosa del pasado, dicen hegelianamente. La lechuza de Minerva alza el vuelo al atardecer.

PD. Dije que el anterior post era el último sobre Dylan y evidentemente mentí. Lo siento. Este sí que es el último.

PD2: Ojo, Ashbery es un puto genio. Gocen de ESTE poema. Piensen en este poema cuando miren ciertos árboles. De nada.

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