Qué bien me caen las sectas cristianas que no solo no valoran nada la voluntad sino que directamente la condenan, como los iluminados, alumbrados o dejados (este nombre me chifla). Me parecen los anti-nietzscheanos avant la lettre más radicales que ha habido, y por eso me gustan tanto (cada vez le tengo más tirria al pesado de Nietzsche).
PD: Esta admiración mía por una secta que, en última instancia, estaría más cerca del protestantismo que del catolicismo español de toda la vida (ya en nombre del catolicismo nos opusimos con fervor al arrianismo, por ejemplo) tal vez se contradiga con el anterior post en el que me refería a la catástrofe que hubiese supuesto para el arte la adopción del protestantismo (sobre esta cuestión habló Buñuel, por cierto, el mejor cineasta español de todos los tiempos, presunto ateo y, como muestran sus películas, un católico redomado) y aludía despectivamente al recogimiento interior como una especie de "gaita luterana", en el sentido de algo molesto y fastidioso. Lo único que puedo decir es que, efectivamente, me contradigo a menudo, lo cual no está nada bien, lo sé. Pero prometo que algún día intentaré escribir en serio*.
*Prometo intentarlo. Si luego, habiéndolo intentado, me aburro y salen más majaderías, eso ya no será culpa mía
miércoles, 11 de noviembre de 2015
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