Lo peor de perder cosas no es tanto perderlas sino no saber dónde están, pensé yo en un momento no especialmente lúcido. A continuación, le comuniqué a mi madre que había perdido la cartera. ¿Has mirado a ver si está en alguna cazadora? Sí, dije yo. Vuelve a mirar, repuso. Volví a mirar y allí estaba. Otro momento no especialmente lúcido. Hacía como un mes que creía haber perdido la cartera.
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