viernes, 26 de octubre de 2012

Un cerebro nuevo

Se percató de que tal vez ya iba siendo hora de librarse de su apego irracional a determinado objeto, que usaba de forma idiosincrásica, desconectados de su función, haciéndolo girar entre los dedos continuamente; apego que evidenciaba un rasgo autista, según se deduce de lo que se indica en el segundo borrador del DSM-V: TEA, concretamente en el apartado de patrones repetitivos y restringidos de conducta, donde también se indica que los síntomas deben estar presentes en la infancia y que el Síndrome de Asperger debe ser eliminado en cuanto categoría independiente y subsumido en la categoría más amplia de trastornos del espectro autista. El propósito de librarse de una vez por todas de su apego se enfrentaba, sin embargo, a la paradoja de un cerebro con rasgos autistas intentando eliminar por sí solo esos mismos rasgos autistas. La cosa no parecía tener solución. Su apego irracional comenzó antes de cumplir los tres años. Más de veinte años después, se percató de que tal vez ya iba siendo hora de librarse de su apego irracional a determinado objeto, pero la paradoja era inevitable, y también se percató de eso. La cuestión era cómo desprenderse del objeto y no verse sumido en una espiral de angustia imparable. Después de meditarlo concienzudamente, decidió que la única manera de lograrlo sería buscar el camino de baldosas amarillas y recorrerlo, para finalmente pedir otro cerebro, distinto del suyo, porque con su cerebro la disyunción era exclusiva: o bien el apego irracional, o bien la angustia, la desorientación, la sensación de que una parte de sí mismo le había sido arrancada. Se imaginaba al espantapájaros y a sí mismo, juntos, cogidos de la mano, dando saltitos por las baldosas amarillas, cantando: queremos un cerebro nuevo... y no un maldito diploma, ya tenemos un maldito diploma.

Courage!

Según una psicoanalista, el objeto autista impide el desarrollo de la imaginación y sirve como coraza protectora frente a un mundo visto como confuso e incomprensible. Un mundo estridente y lleno de estímulos, demasiados estímulos, un mundo agotador. No se hacía ilusiones. Si lograba desprenderse de su apego irracional, seguramente el mundo seguiría siendo igual de abrumador y ruidoso, o peor, lo sería mucho más. Seguiría necesitando soledad y calma. Seguiría fascinado por el color del cielo al atardecer y seguiría resultándole terriblemente molesta cualquier mínima variación ambiental o cualquier alteración del orden preestablecido en el que ejecutaba complejos rituales sin función aparente. Le seguiría pareciendo intolerable que alguien ocupara su sitio, por ejemplo. Si alguien estaba en su sitio, no se sentaba. Si al ir a desayunar alguien estaba ocupando su sitio, ese alguien debía levantarse, o no se sentaba. Seguiría angustiándole no saber por anticipado qué es lo que va a pasar en una determinada situación. La cuestión era, por tanto, que aun desprendiéndose de su rasgo autista más evidente, algo que, por lo demás, rozaba lo inconcebible o era directamente inconcebible, no habría solucionado nada, porque había toda una serie de rasgos autistas concomitantes menos evidentes que eran como el subtexto implícito en el que estaba envuelto su apego patológico.

The man behind the courtain.

El problema, desde luego, es que el Mago no es, en realidad, un Mago, que el Gran Otro no existe y  que estamos solos.

And Scarecrow's brain?

La paradoja respecto a querer dejar de controlar por anticipado situaciones incontrolables era que quería controlar y saber por anticipado cómo había que dejar de controlar por anticipado situaciones incontrolables. Un cerebro con rasgos autistas intentando eliminar sus rasgos autistas tiene estas cosas. Las dificultades lógicas siempre están ahí. La cosa no parecía tener solución. Según la psicoanalista, los objetos autistas no solo impiden el desarrollo de la imaginación sino también el desarrollo del habla. En su caso, esto no era cierto. Aprendió a hablar con normalidad, si bien no vamos a negar que llevar el peso de una conversación le parece algo agotador y que en ocasiones no le apetece hablar y que cuando no le apetece hablar y le obligan a hablar odia a quien le obliga a hablar. Aunque no es odio exactamente lo que siente y, en realidad, sea lo que sea, se dirige contra sí mismo. Se parece más a un ataque de mutismo transitorio. No le suele suceder, pero cuando le sucede hablar se convierte en una tarea titánica, como ponerse a barrer hojas en medio de un huracán. Cuando tenía seis años, su profesor llamó a sus padres para decirles que el niño no hablaba nada en clase y preguntar si estaba bien. Estaba bien. En el recreo hablaba, jugaba, se relacionaba con sus compañeros. En clase no pronunciaba ni una palabra. Lo que pasaba era que había interpretado literalmente al profesor cuando dijo que no hablaran en clase, a no ser que no entendieran algo. Hasta ese momento, lo había comprendido todo, así que no había hablado, les explicó a sus padres.

Surrender Dorothy.

También según la psicoanalista, los objetos autistas sirven para generar sensaciones tranquilizadoras mediante movimientos rítmicos y crean un mundo cerrado en el que no se deja entrar a nadie. Funcionan como barrera. Esto es cierto, pero a medias. No funcionan solo como barrera. Tras más de veinte años de apego irracional, no sabe bien cómo funcionan, pero está seguro de que no solo funcionan como barrera. No es exactamente así. Tranquilizan, claro; ya hemos dicho que la alternativa al objeto es la angustia, la sensación de que su sí mismo se ha volatilizado o disuelto o se ha dispersado y él ya no tiene ningún tipo de unidad, lo cual es un tipo específico de angustia que habría que diferenciar del conjunto de la angustia en general. Tampoco es que sea una angustia especialmente intensa, más bien se trata de una especie de estado de desconexión consigo mismo potencialmente aterrador, aunque aterrador tal vez sea una palabra demasiado fuerte. Habría que inventar una palabra que designara exclusivamente esa sensación, sino no puede haber más que equívocos y aproximaciones conjeturales, pero no pueden existir lenguajes privados, así que de nada serviría que se inventase una palabra que designase con el más alto grado de especificidad dicha sensación y cuyo significado solo fuese accesible para él, porque precisamente por eso, porque solo sería accesible para él, no significaría nada. Tampoco es que necesite tener el objeto siempre, o que siempre que no lo tenga se produzca este estado de desconexión. Es difícil de explicar.

We are not in Kansas anymore.

No obstante, es la intersección entre el conjunto de déficits en la interacción social recíproca, el conjunto de la comunicación, el lenguaje y el juego simbólico y el conjunto de las conductas e intereses restringidos y repetitivos lo que podríamos calificar de autismo en sentido estricto, mientras que si los tres conjuntos no se intersectan tendríamos que hablar, por ejemplo, en el caso de que se den síntomas solo en dos áreas, o de que se den en las tres áreas, pero de forma leve, de trastorno general del desarrollo no especificado, categoría tan vaga que no parece ni una categoría, por cierto. El espectro del TEA parece ser un continuum bastante difuso en el que no se sabe muy bien en qué punto se pasa de la normalidad a la anormalidad. Se habla de grados, de cantidades intensivas, difícilmente medibles. Las respuestas de los test usan cuantificadores como mucho o poco, cuantificadores de por sí difusos y que además solo adquieren sentido contextualizados. El concepto de continuum tal vez implique una aproximación infinitesimal al concepto de verdad. Estamos en las pantanosas aguas de la lógica difusa. La claridad de la teoría de conjuntos es engañosa.

You, my friend, are a victim of a disorganizated thinking.

Nuestro protagonista opina, por cierto, que llamar trastorno al trastorno del espectro autista es un error. La idea de trastorno sugiere que ha habido un cambio repentino, o más o menos repentino, que se ha perturbado la conducta o la conciencia. Nada más lejos de la realidad.

Aw, that's too bad

La mayoría del tiempo está bien, en términos generales. Tiene problemas para hablar en público, cierto. Tiene problemas para mirar a la gente a los ojos, cierto. No lleva bien que le toquen desconocidos, cierto. Repite mentalmente tres veces las palabras exactas que va a usar para comprar tabaco y siempre dice lo mismo, cierto. Coloca en el mismo orden, antes de irse a dormir, el tabaco, el cenicero y las gafas, cierto. Coloca, en general, objetos en un orden preciso, cierto. Sigue un orden preciso y carente de sentido que consiste en dar la luz del flexo de la mesilla de noche antes de ir a lavarse los dientes y volver a la habitación para encontrarse con la luz del flexo ya dada, cierto. No se le da bien iniciar conversaciones, cierto. Es un poco obsesivo, cierto. Está obsesionado con David Foster Wallace, cierto. Pero, en términos generales, la mayoría del tiempo está bien.

Who said that?

Otra cosa que dice la psicoanalista, y que explica el hecho de que considere al psicoanálisis una espantosa pseudociencia infinitamente más dañina que la cábala o la astrología, es que el objeto autista es el resultado de no sé qué que falla al desprenderse de la madre. La teoría es un puro delirio y, lo peor de todo, una insensatez. Espera que los científicos de verdad la emprendan a golpes contra los psicoanalistas en los congresos. Desea con fervor que los psicoanalistas se extingan de la faz de la tierra. Son peligrosos y son malos. Sin ánimo de ofender.

Some people without brains do an awful lot of talking... don't they?

Es posible que también esté obsesionado con El Mago de Oz.

2 comentarios:

  1. Es probable que todo aquello que le obsesiona sea mucho menos peligroso que el psicoanálisis.

    Cada uno hemos de manejar nuestro propio DSM, elaborarlo, y autodiagnosticarnos así en palabras e historias, nuestras y de otros. Ningún concepto o ninguna suma de los mismos ninguna conexión es más válida y feliz que la de tu mano con la del espantapájaros.

    Ohhh yes!

    That's life.

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  2. Así es XD

    El psicoanálisis, en fin, lo de la teoría de la madre poco afectiva como explicación del autismo... supongo (espero) que ya no habrá nadie que diga cosas así en serio.



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