martes, 21 de agosto de 2012

Arte serial


El tema de la serialización, de las repeticiones y las diferencias, puede verse desde las dos grandes obras de Deleuze, Diferencia y repetición y La lógica del sentido. Este último libro está construido por treinta y cuatro series.


Es preciso que cada término de una serie, siendo ya diferencia, sea puesto en relación variable con otros términos, y constituya así otras series desprovistas de centro y de convergencia. Hay que afirmar, en la serie misma, la divergencia y el descentramiento. Cada cosa, cada ser, debe ver su propia identidad sumida en la diferencia, ya que cada uno no es más que una diferencia entre diferencias. Hay que mostrar a la diferencia difiriendo. Se sabe que la obra de arte moderna tiende a realizar estas condiciones: se convierte en este caso en un verdadero teatro, hecho de metamorfosis y permutaciones.
Gilles Deleuze, Diferencia y Repetición, pág. 101.

Fue una década extraordinaria en la que proliferaron los objetos dispuestos en cadenas aparentemente infinitas y obsesivas, cada uno de ellos en correspondencia con otro: una cadena en la que todo estaba vinculado con todo, pero en la que nada era referencial.
Rosalind Krauss, LeWitt en progresión

Por supuesto, otro artista al que es obligado remitirse siempre que se hable de serialización es Andy Warhol, el gran Andy Warhol, a quien yo veo como el exponente supremo de artista de la repetición y la diferencia. En el terreno literario, quizá sea Bernhard el mejor ejemplo de cómo se hace arte a base de repeticiones obsesivas, siguiendo una lógica compulsiva, casi demencial, sobre todo en Corrección. Seguro que también podríamos sumar a Beckett a esta insigne lista de obsesivos. Se trata en estos casos de recorrer exhaustivamente las series hasta agotar todas sus posibilidades. Concretamente en el caso de Beckett Deleuze habla de agotar lo posible a través de disyunciones inclusivas. El procedimiento lo expone el propio Beckett en el comienzo de El innombrable: por pura aporía o bien por afirmaciones y negaciones invalidadas al propio tiempo, o antes o después. También en David Foster Wallace, creo yo, puede verse esta afán de agotar todas las posibilidades de un tema, de ir hasta el fin de la serie, de colmar su potencia, de exprimirla al máximo, de ahí que sus textos parezcan extenderse sin fin, con un tempo lentísimo, intentando captar todos los detalles de una situación, enfocarla desde todas las perspectivas posibles.

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