sábado, 4 de septiembre de 2010

El militante

El militante sabía muy bien que se exponía a la incomprensión y a la burla y, lo peor de todo, a ser confundido con la masa de sujetos vagos y pasivos desprovisto de cualquier atisbo de militancia política. Su actitud era una recusación generalizada del capitalismo. Ni más ni menos. Su estrategia: una pasividad total. Un sujeto que ni produce ni consume. Una crítica radical al núcleo del mal. Apático, desganado, contemplativo, melancólico. La nueva tabla de valores del buen revolucionario. Bajo un cielo estrellado, medita sobre la alegría de estar triste de la que ya hablaron Víctor Hugo y Kurt cobain (echo de menos la comodidad de estar triste). Pero su historia no puede ser narrada: el militante no hizo nada en toda su vida, y murió. Ya está, eso es todo.

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