sábado, 15 de noviembre de 2008

Cuento con moraleja

Mr. Francisco desarrolló una violenta alergia a los haikús japoneses. Cuando en su presencia algún incauto manifestaba su predilección por estas formas breves, así como muy zen, espirituales y puras, Mr. Francisco se ponía en plan Conde de Lautréamount e insultaba a la divina providencia por haber creado tanta basura y, en particular, los haikús. La situación se volvía embarazosa. El silencio, incómodo. Mr Francisco mantenía su actitud desafiante, los dientes y los puños apretados, acechante como una fiera salvaje. La única basura peor que los haikús son los pepinillos, que los imbéciles de McDonalds ponen en sus asquerosas hamburguesas, sin avisarte del veneno putrefacto que ocultan. Entonces le daban la razón. Cierto, yo también odio los pepinillos, ¿qué clase de Dios crea algo como los pepinillos? Yo te lo diré, contestaba Mr. Francisco, un Dios que disfruta torturando a sus criaturas, esa clase de Dios. La situación se calmaba, el alérgico a los haikús y el amante de los haikús reían y brindaban por la exterminación de todos los pepinillos.

Moraleja: la identidad de grupo se configura odiando a un enemigo exterior.

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