Esfuerzo sísifico, vano,
como sacar el agua del mar con una mano.
Caótico y febril repta el desorden,
lo engulle todo a su paso,
monstruo lovecraftiano.
Es inútil, lo sabe y lo proclama este poema,
ordenar este desaguisado.
Ay, esforzado bibliotecario,
los horrísonos infantes
todo lo han destrozado!
Otra vez y siempre igual,
volver a empezar, pero da igual,
todo es vano y da fastidio,
así es la vida, cuento tonto lleno de ruido
y libros infinitos, dominicales,
esparcidos por los pasillos.
Y volver a volver a empezar,
a mandar callar.
Qué triste vida la del bibliotecario
de la sala infantil, hecha
de minutos sin vislumbre del fin.
El tiempo se adensa, es una sustancia viscosa
que no pasa,
es una cosa gusanosa, arenosa, morosa...
Es una tarde que no acaba,
de tedio y espanto dantesco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario