domingo, 4 de junio de 2023

La noche oscura de la política

Quizá no haya ningún mito en el presente que sorprenda tanto como el del emprendedor. Individuos solitarios, héroes audaces, genios insuflados por el viento mágico del espíritu que, desde sus garajes, se enfrentan a las trabas estatales y consiguen materializar sus fantásticas visiones, conquistar los mercados, hacer del mundo un lugar mejor...

Naturalmente, todo esto es una patraña, pura fantasía ideológica. Detrás de todas las tecnologías que supuestamente nos han brindado estos prometeicos líderes libertarios, detrás de todas y cada una de ellas, está la inversión estatal, empezando por el mismísimo Internet (por no hablar de la disparatada idea de más mercado y menos Estado, cuando el mercado no puede funcionar sin el Estado). Sin financiación estatal no habría Internet, ni ninguna de las tecnologías de la información. 

Y, sin embargo, pese a la evidencia de que la tecnología y el desarrollo requieren inversión a largo plazo —algo que la inversión privada no puede ni quiere hacer— este relato tan extravagante y falaz, legitimador de la ideología empresarial, sigue siendo, por desgracia, ampliamente aceptado y celebrado. Y así las élites, irónicamente, cuentan con el aplauso y el beneplácito de las clases populares. 

Nunca hubo noche tan oscura y tan triste para la acción política.

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