martes, 10 de mayo de 2022

(Yanotanmini)obra teatral autoficcional (IV)

(El Señor S. está sentado en el salón. Le sudan y le tiemblan las manos. La pesadilla de tener que leer ante un tribunal se materializará mañana mismo. Hace calor, mucho calor. No quiere ir a Madrid solo, tiene que ir a Madrid solo. El Señor S. vocaliza mal. Al Señor S. a veces no se le entiende cuando habla. La Señora C. a veces no le entiende. Sus padres a veces no le entienden. Sus hermanos a veces no le entienden. Le cuesta vocalizar bien, esa es la verdad. Al Señor S. le gusta leer en silencio. Al leer en voz alta las palabras se convierten en una masa espesa y pesada y se le atragantan. Hay gente a la que se le da bien leer en voz alta. El Señor S. no es una de esas personas)

SEÑOR S: Los incunables deben ser tratados con cuidado y cariño. Deben usarse guantes de algodón y el ángulo de inclinación...

TRIBUNAL: ¿Qué dice? ¿Está hablando ya?

SEÑOR S: En una funda de terefltalato de polietileno...

TRIBUNAL: ¿Teref qué? ¿Qué dice?

SEÑOR S: El polietileno es un tipo de polímero, los polímeros son agregaciones, partes de, muchas partes reunidas, meros en griego significa...

TRIBUNAL: ¿Está hablando de química? ¿Etimologías?

SEÑOR S: Las células eucariotas de, esas son las del núcleo creo, tienen un núcleo, las procariotas no... eso es de la conservación y preservación de materiales, no conviene un ambiente húmedo ni seco, los materiales se escamarían, muy húmedo aparecen hongos y bacterias, por eso decía lo de las células, eso es importante... Esto, el ambiente ha de ser fresquito, los libros y demás hay que tratarlos con cuidado...

TRIBUNAL: Más alto, por favor. Y más despacio.

SEÑOR S: Un tipo de lenguaje controlado y poscoordinado, no jerárquico sino asociativo, con múltiples relaciones entre términos...

TRIBUNAL: Haga el favor de pronunciar. Esos sonidos que usted emite carecen de inteligibilidad. Fonéticamente son un desastre.

SEÑOR S: La etiqueta 310 del MARC 21...

TRIBUNAL: ¿La qué del qué?

SEÑOR S: Sabido es que el principio de subdivisión lógica de la clasificación decimal se remonta a El Sofista de Platón, o al Parménides —ahora no me acuerdo bien porque estoy NERVIOSO— donde se dice que ser algo es no ser lo demás, de ahí que el ser se entienda en tanto diferencia, es decir, el ser en tanto no-ser, la vía que prohibía expresamente el Poema de Parménides y que retomará Deleuze ya en 1968 con su obra...

TRIBUNAL: ¿Está farfullando una especie de rollo filosófico? Oiga, no se vaya por los cerros de Úbeda, haga el favor.

SEÑOR S: Y eso es todo, miembros ilustrísimos de este aterradoramente kafkiano, siniestro y no poco pesadillesco Tribunal.

2 comentarios:

  1. Anónimo9:27 p. m.

    (La Señora C. llega a casa derrotada. A veces su trabajo es absurdo e inútil, y siente que acude y vuelve de él de manera completamente automática, sin ni siquiera haberse dado cuenta de que ha estado allí. Se tira en el sofá donde pocas horas antes de partir a su terrible destino lector, el Señor S. recreaba tembloroso una situación harto risible).

    Señora C: (hablándole a un su amigo imaginario escindido entre lo apolíneo y lo dionisíaco) Tengo la sensación de vivir como en un eterno movimiento pendular, oscilando entre el sofá y la biblioteca, la biblioteca y el sofá, el sofá y la biblioteca...

    Amigo imaginario hideputa: Deja de quejarte, tontalculo. ¿No ves todo lo que tienes que hacer? Mueve ese enorme pandero y sé productiva. SÉ PRODUCTIVA.

    (La Señora C. tiene obligaciones propias de la adultez, como poner una lavadora, fregar platos, ordenar la casa o estudiar. Pero la Señora C. está hasta el cucurrucucú de hacer lo que se espera que haga como ser humano supuestamente adulto que pretende ser. En realidad la Señora C. es una niña atrapada en un cuerpo de vieja chocha canosa, pero intenta disimular)

    Amigo imaginario Vivalapepa: Ábrete un Lambrusco y ponte una de esas películas que jamás reconocerías que te molan, esas que harían al instruido Señor S. avergonzarse de ti.

    Señora C: (pensando en el Señor S., sin aún haber decidido entre la adultez y el melasudatodismo) ¿Es que nadie piensa en este pobre hombre, deambulando solo por las calles de la gran ciudad? Me lo imagino allí, desamparado, sin una mano amiga que lo guíe por los insondables túneles del metro... Oh, destino cruel... Por qué lo mandaste allí a él solo y truncaste los dulces planes amatorios... Oh, ya nunca la amada y el amado ante el tuero brillador que estalla en chispas...

    (La Señora C. desvaría con sus lecturas de la infancia. Lleva horas sin comer. Le duele hasta el aliento. Echa de menos al Señor S., pero hoy solo podrá abrazarse al aire mientras suspira y piensa una y otra vez en su infortunado destino como friegaplatos)

    Continuará...

    ResponderEliminar
  2. Anónimo11:38 p. m.

    (La Señora C. mira la mesa del salón. Piensa que solo es un reflejo de su desordenada y disparatada -y ahora beoda- mente enferma. A saber:

    Un vaso lleno de colillas del Señor S.
    Un vaso medio vacío de Lambrusco.
    Unas cuantas hojas del BOE esparcidas sin ningún tipo de orden.
    Tres libros que jamás serán leídos.
    Una pinza de la ropa.
    La Constitución Española.
    Una tarjeta para sacar café de la máquina de la biblioteca.
    Un lápiz.
    Una pulsera.
    Trozos random de papel y plástico)

    Vaso de Lambrusco: Las oposiciones están matando tu creatividad, ¿no te das cuenta? Déjalas. Déjalas ya, insensata. Tú y yo juntos podríamos hacer grandes cosas...

    Señora C: (dudando sobre la credibilidad de un vaso, pero convencida de su certeros consejos) Eso es algo que tendría que meditar muy detenidam...

    Vaso de Lambrusco: ¡¡¡Deja de poner excusas!!! Actúa de una maldita vez. ¿Pero cuándo te he fallado yo? No paras de pensar y planear, pero nunca haces nada.

    (La Señora C. reflexiona. No sería la primera vez que toma genialísimas decisiones empujada por los efectos del alcohólico elemento. Quizás el gris funcionariado no es para ella. Quizás ese deseo solo es fruto de una obstinación caprichosa que ya no tiene mucho sentido en su vida. O quizás nunca lo tuvo. ¿No ha pensado tantas veces en lo triste y aburrido que sería jubilarse después de toda una vida colocando libros en el mismo puesto, con la misma gente, con la misma monotonía? ¿Qué cobarde sentimiento de inseguridad la lleva siempre a volver a la patética vida de memorizatemarios? ¿Acaso no podría valer ella para algo más que eso?)

    Señora C: Razón llevas, querido amigo. Nunca he sido una mujer de acción, sino más bien una lánguida pensadora de salón. Quizás sea el momento de...

    (Suenan de fondo, también lánguidos y oscuros, Traitrs. Los libros que descansan sobre la estantería del salón miran a la Señora C. con esperanza. ¿Volverá? ¿Está próxima a despertar de nuevo, por fin?)

    SE CIERRA EL TELÓN

    ResponderEliminar