sábado, 16 de diciembre de 2017

La Tercera temporada de Twin Peaks, o de cómo David Lynch se elevó miles de kilómetros por encima de todo lo que hasta entonces se había llamado televisión de calidad


El octavo capítulo de la tercera temporada de Twin Peaks es el mejor capítulo de la historia de la televisión. Grotesco, fascinante, perturbador. Lynch elevado a la enésima potencia. Sencillamente brutal.

PD: Como es sabido, Twin Peaks tiene un gran peligro: sus intérpretes. Suelen estar mentalmente perturbados (dicho sea desde el respeto). Sin ánimo de convertirme en uno de esos peligroso y extraños seres, sí he de decir que las interpretaciones según las cuales Bob solo existe en la mente de Laura Palmer me parecen equivocadas. Bob es la metáfora del mal, y el mal tiene una densidad ontológica insoportable en Twin Peaks. 

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