miércoles, 13 de diciembre de 2017

El Señor S., en calidad de heideggeriano impenitente, contra Quentin Meillassoux y Ray Brassier

Por qué hay algo y no más bien nada es, supuestamente, la pregunta más radical y metafísica que puede formularse. Meillassoux y Brassier pretenden desmitificarla. La desmitificación que llevan a cabo es más o menos como sigue: 
Hay algo y no nada porque sí (todo lo ente es contingente, existe sin razón) y la contingencia misma es necesaria, absolutamente necesaria (se supone que hay argumentos que demuestran esto). 
Pero el asombro, como stimmung, como disposición afectiva fundamental del Dasein, ante la pura facticidad, persiste (al menos en mi caso, que ya he reconocido desde el título mismo ser un heideggeriano impenitente).

PD: AQUÍ escribía sobre el término stimmung. El texto está atravesado por una suerte de nietzscheanismo adolescente y una exaltación del devenir y de la potencia un poco pasada de roscas, pero bueno, ahí está. 

PD2: Mi exposición de la desmitificación de la pregunta es manifiestamente mejorable. En mi defensa, he de decir que entender bien los argumentos de Meillassoux y de Brassier es bastante jodido. El núcleo central es el principio de la factualidad, a saber, la absoluta necesidad de la factualidad, de la contingencia. Para que vean lo enrevesado del asunto, he aquí una cita del propio Meillassoux: «es necesario que haya algo y no nada, porque es necesariamente contingente que haya alguna cosa y no alguna otra cosa. La necesidad de la contingencia del ente impone la existencia necesaria del ente contingente».

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