El alma del amante es arrebatada hacia la imagen de la amada, que se encuentra esculpida en la fantasía, y hacia la persona amada. Hacia ella son atraídos también los espíritus, y allí volando, continuamente se consumen. Por la cual cosa, es necesaria materia de sangre pura para recrear a menudo los espíritus, que continuamente se disuelven; por lo que las más sutiles y las más transparentes partes de la sangre, todo el día se gastan para rehacer los espíritus que continuamente vuelan hacia fuera. Por lo que ocurre que, disuelta la sangre pura y clara, queda la manchada, gruesa y negra. He aquí que el cuerpo se seca y palidece; he aquí que los amantes se vuelven melancólicos, porque el humor atrabiliario se multiplica en la sangre seca, gruesa y negra. Y este humor con sus vapores llena la cabeza, seca el cerebro, y no deja noche y día de afligir al alma con imágenes sombrías y espantosas.Marsilio Ficino, Sobre el amor
miércoles, 28 de octubre de 2015
De cómo a los amantes se les seca el cerebro (explicación neoplatónica)
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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