sábado, 27 de septiembre de 2014

Voces ignotas en la noche

La cruzada de los niños es una novela corta escrita por Marcel Schwob que a mí, particularmente, me produce una fascinación infinita. Ignoro por qué, y ni siquiera trato de averiguarlo. Es difícil explicar por qué nos fascina aquello que nos fascina. A veces también es inútil y engorroso. ¿De dónde viene esa extraña manía de querer explicarlo todo?

La he leído dos veces, casi seguidas, febrilmente entusiasmado ambas, y he anotado en un cuaderno rojo muchas frases (he tenido que contenerme para no acabar haciendo algo tan palmariamente absurdo como copiar otra vez el libro tal cual), de las que extraigo una pequeña muestra:


GOLIARDO

Estoy lleno de adoración por San Juan, porque era un vagabundo y decía palabras incoherentes.

No llegarán a Jerusalén. Pero Jerusalén llegará a ellos.

El fin de todas las cosas santas radica en la alegría.



LEPROSO

Domine infantium, libera me!



INOCENCIO III

Van a nacer sectas ignoradas. Se han visto correr por las ciudades mujeres desnudas que no hablan. Estas mudas impúdicas señalan al cielo.



LOS TRES PEQUEÑUELOS

Voces ignotas nos llamaron en la noche. Llamaban a todos los pequeñuelos. Eran como las voces de los pájaros muertos durante el invierno.

Y al extremo del mar azul está Jerusalén. Y el Señor dejará llegar a su tumba a todos los pequeñuelos. Y las voces ignotas se tornarán alegres en la noche.


KALANDAR

Yo no tengo necesidad de dinero y soy libre como un perro.


ALLYS

Y me interrogaba acerca de estas voces, pero nada podía decirle.



GREGORIO IX

Y encenderán, encima, eternas lámparas donde arderán óleos santos, mostrarán a los viajeros piadosos todos estos huesecillos blancos esparcidos en la noche.

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