miércoles, 9 de enero de 2013

La gracia y la conciencia

-Esta es la única manera que tengo de decirlo, y sé que es retorcida y pedante y, para más inri, no exenta de cierta cursilería, y sé que este preámbulo autoreferencial e irónico constituye una suerte de captatio benevolentiae destinado a aplacar una posible recepción adversa por su parte...
-Di lo que tengas que decir, por dios.
-De acuerdo: el camino de la gracia no es en modo alguno un camino trascendente sino la expresividad misma del devenir inmanente de la naturaleza, una especie de flor que, al no poder ella misma contemplar, se erige en objeto de contemplación, como si quisiera ser contemplada.
-...
-Podríamos citar a San Agustín y a Schopenhauer al respecto.
-...
-Quiero decir que la gracia no se opone a la naturaleza, pero tampoco se reduce a la naturaleza, aunque, por otra parte, no es algo distinto de la naturaleza.
-...
-No tienes más que pensar en los movimientos de las bailarinas, por ejemplo. Se mueven con gracia, con naturalidad. Sin embargo, los movimientos de quien no sabe bailar son igualmente naturales, pero si son torpes podemos decir que parecen mecánicos, es decir, parece como si no fueran naturales. Entonces, en la gracia, la naturaleza se expresa. La gracia, por tanto, es la expresividad de la naturaleza.
-...
-No expresa algo distinto de sí.
-...
-Por supuesto, hay que señalar lo obvio: la autoconciencia se carga la gracia. De ahí que se haya dicho que la conciencia es la pesadilla de la naturaleza. Tal vez la gracia sea el sueño de la naturaleza... Puedo sentir tu ceño fruncido indicando que te aburres...
-...
-Ahora bien, sin una conciencia que captara la gracia, la gracia no existiría. La cosa se complica. La gracia aborrece pero necesita a la conciencia. Vas caminando tranquilamente por la calle, despreocupado y feliz, tus movimientos son gráciles porque los ejecutas de modo inconsciente, si empezaras a pensar en cómo caminas, a prestar excesiva atención a tus movimientos, estos perderían su gracia. Pero es necesaria una conciencia para la cual esos movimientos tengan gracia.
-...
-Pongamos un ejemplo más extremo. Miras los árboles agitados por el viento y dorados por la luz vespertina del sol. Al no tener ninguna posibilidad de ser conscientes, los movimientos de los árboles no pueden perder su gracia. La naturaleza fluye, no está fragmentada... La fragmenta el observador, en todo caso, aunque si el observador forma parte de la naturaleza, podríamos concluir que en sí misma está fragmentada, claro. Si nadie mirase los árboles, tampoco podríamos decir que tienen gracia. La gracia parece surgir como una chispa en el intersticio en el que chocan una conciencia y algo que se expresa de modo inconsciente y es captado por dicha conciencia.
-...
-La conciencia es un desgarrón en el tejido del ser, una grieta, una extraña hendidura. Tanto el entrar en contacto con la gracia como la desgracia son responsabilidad suya.

2 comentarios:

  1. Anónimo4:56 p. m.

    Conciencia + gracia= congraciados.

    Un abrazo ;)

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  2. Cierto, no lo había pensado jeje

    Un abrazo

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