viernes, 27 de agosto de 2010

El tiempo acelerado

Quieres mojar elegantes magdalenas en tazas de té súper finas y volverte a tu interior, a tu sagrada subjetividad delux, agasajarte con los meandros de recuerdos líricos, envolverte en ensueños acariciadores y vaporosos, mecerte en ellos como en los brazos primordiales de los que no guardas recuerdo alguno, pero ahora sólo venden bollos repletos de grasas saturadas y tiras el plástico a la calle para que se joda el planeta, en un gesto de rabia desesperada, pero es un gesto insulso carente por completo de grandilocuencia, ni siquiera una pizca. Tú y tu escuálida memoria desapareceréis de la faz de la tierra mucho antes que el plástico. El plástico tiene más futuro que tú. Tú ya no tienes un mundo interior singular. Te puedes comprar uno, un mundo cualquiera, estándar, que pasará de moda la temporada que viene. Tienes que adaptarte, estar atento, acomodar tus ritmos a la balada triste del capital, que el deseo no pare de fluir. A nadie le gustan los aguafiestas. Basta con que emitas un montón de signos festivos. Mira los anuncios, aprende de los anunios, todo el mundo es feliz en los anuncios, el mundo debería ser como un anuncio. He aquí la utopía. El motor infatigable del deseo sin fin, el mundo en perpetua revolución de las mercancías siempre renovadas. Viva la fiesta, viva la velocidad, viva la moda: el futuro ya estuvo aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario