jueves, 1 de abril de 2010

El Diario del escritor insufrible

Estoy escribiendo. Leí a Vila-Matas. Eso fue el tro día. Ahora escribo. Miro por la ventana. A veces doy paseos. Como Walser. No siempre. Me siento aquí, como dijo Kafka. Kafka también se sentaba. Imagino que mi memoria está habitada. Por fantasmas. Los fantasmas son Walser y Kafka. Ayer me picó un huevo. Me rasqué. Esto lo escribió en su diario un escritor alemán. Lo cito aquí. Quienes no citan están condenados a no ser originales. Imaginen un libro de citas. Que original. Me llamo Erik Satie. Como todo el mundo. Soy el fantasma de Vila-Matas. Sueño que soy el fantasma de Vila-Matas. Podría tener sueños eróticos. Pero no. A mí sólo me ponen las citas. Las literarias, quiero decir. Miren que sintaxis más original tengo. Ni Beckett. Que caos. Qué estaba escribiendo. Escribo que escribo. Paradojas. Regresiones infinitas. Paseo sin rumbo. Escribo sin rumbo. Sin rumbo narrativo. Oh que raro soy. Mirad que coqueto soy. Y que sintaxis. No se olviden de apreciar las sintaxis. Nadie innova si no es escribiendo así. Como si fuera un telegrama. Stop. Perdón por la autorreferencialidad. No existe la metaliteratura. No se preocupen por eso. Lo dijeron los lógicos. Que no hay metalenguaje. Aunque yo no tengo ni puta idea de lógica. Pero lo leí. Es una cita. Me gustan los escritores. Me gustan tanto que prefiero imaginar sus rostros. Imaginar cómo eran. Cualquier gilipollez. Con tal de no leerles. Me sé nombres de miles de escritores. Es tan genial. No sé por qué estas palabras a cuden a mi mente. Quizá es porque soy un vago de mierda. Escribo así, que es más fácil. Con muchos puntos. Sin ideas. Pienso en el parche de Joyce. Sin ese parche jamás hubiese revolucionado la literatura. Todo se lo debe al parche. En Cela pienso poco. No es cool. Es tan castizo. Con Delibes me pasa lo mismo. No es nada cool: Azarías caga en cualquier parte. En lugar de soñar con escritores y citar. Que es lo más importante del mundo. Lo que hago yo. Por eso soy genial. Salí a la calle temprano, como escribió Blanchot. Blanchot salía a la calle. Tenía esa manía. Claro que se trataba de una calle literaria. Ahora me creo Blanchot. También salgo a la calle. Como hacía él. Mi vida está atravesada por la literatura. La literatura soy yo, parafraseando a Luis XIV. Un pie. Otro pie. Y qué más decir. Decir que digo. Decir que digo que digo. Así ab aeterno. Amo tanto la literatura...

No hay comentarios:

Publicar un comentario