viernes, 27 de noviembre de 2009

El insomne procastinador nietzscheano entretenido

Ahora que escribo menos que nunca siempre pienso antes de dormirme en escribir libros extraños y maravillosos con estructuras inmensamente complejas y también enigmáticamente simples y personajes simpáticos a los que quisieras llamar por teléfono sin motivo alguno, solo para escucharles y saber que existen, que están ahí, en algún sitio, y personajes enamorados de abismos que están a punto de caer y perderse, pero que finalmente no lo hacen porque son unos fantásticos y valientes equilibristas de la vida, aunque su seducción fatal por la nada los sitúa siempre en la cuerda floja y peronajes turbios y poderosos que traman y conspiran y ocultan una negra verdad que no debe ser desvelada porque si no el mundo peligrará y personajes ingenuos y tiernos y transparentes y palabras enredadas en el viento para acariciar por la noche e imágenes luminosas e hipnóticas que fascinen y protejan y evaporen los miedos inútiles y nos lleven a un lugar más allá del bien y del mal y nos ayuden a afrontarlo todo, absolutamente todo, todas las tragedias y desencantos que se acumulan emponzoñando nuestra ligereza, con una risa sin resto alguno de sarcasmo, una risa libre, un alegre decir sí.

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